La ambición del POLLO no tiene límites. Nuestra envidia y celos van a la par. Queremos decir cosas para las que no tenemos palabras. Literalmente. La lengua castellana se nos queda corta en demasiadas ocasiones y tenemos que copiar vilmente palabras de otros idiomas. Deleznable. Últimamente del inglés por diferentes razones, siendo ninguna de ellas por superioridad innata a priori de la lengua guiri.

Nos da por pensar a veces, tal y como filósofos, lingüistas y reporteros deportivos han demostrado en numerosas ocasiones con anterioridad, que la lengua no sólo sirve para dar la libertad a nuestras inquietudes, sino que es cárcel de las mismas.

La lengua meticulosa de los alemanes y alemanas sirve, entre otras cosas, para delimitar conceptos hasta la exasperación. Conceptos que más tarde se recombinan para dar lugar a otros conceptos. Hay quien cree que esa capacidad de usar la lengua como cuchillo y báscula de la realidad ayudó a los alemanes a despuntar en las artes, las letras, las ciencias y las cuentas, y en algunas otras cosas no tan loables que me callaré. La concreción en cuestiones tan etéreas como son los quehaceres del alma y el cuerpo es un arma fenomenal para cualquier mozo o moza ducha en darle al tarro.

En España, por otro lado, la ambigüedad de la lengua produce otros resultados, quizás más pasionales y menos prácticos, como muchos alemanes y alemanas tal vez dirían. El clima y la orografía juegan un papel mayúsculo en todo este vaivén sensual de las lenguas y sus usuarios.

No vaya a pensar usted erróneamente que esto viene a indicar que los alemanes y las alemanas son más inteligentes, eficientes y trabajadores que los españoles. Tontos y listos los hay en todos los lados y estimular un tipo de sociedad en lugar de cualquier otro modelo no se limita exclusivamente a la lengua, aunque sin duda alguna es un componente esencial.

Tener palabras para expresar cada circunstancia del mundo nos ayuda, entre otras cosas, a comprenderlo, aunque muchos digan que pa qué. Sin embargo, incluso el más zote que parió madre necesita variedad de palabras, aunque sólo sea para insultar al POLLO.

El inglés, el alemán y el francés, mayormente, siguen dejando impronta en el castellano porque la ciencia, la tecnología y las humanidades han hablado más en esas lenguas. Nosotros, en cambio, hemos exportado fiesta, siesta, sangría y jamón, entre otras. Nada desdeñables términos por cierto, pero andamos cojos en otros aspectos. Ya sabe usted de cuáles estoy hablando. Mientras andemos huérfanos de significados, será el hospicio de turno el que ponga nombre a nuestros niños. Los sinónimos castellanizados sólo portan la ilusión de las pompas de jabón.

En el POLLO envidiamos la capacidad de otras lenguas para crear palabras, aunque añoramos más la capacidad de otras culturas para crear. Creemos más significados y busquemos sus palabras después.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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