A pesar de la opinión mayoritariamente generalizada de críticos y lectores de que Shakespeare era un memo, yo disiento.

Me refiero a que la gente piensa que Shakespeare era un genio por escribir algo tan simplón y tonto como Romeo y Julieta, cuando en la época ya se habían escrito obras de una demoledora profundidad psicológica. Si tengo en buena consideración a Shakespeare es porque no pienso que fuera tan tonto como para darnos una obra tan plana. Me parece que Romeo y Julieta tiene más de una lectura.

Desde luego la obra habla de la estupidez que el orgullo y el honor imprimían a las relaciones personales de la época y pone en boca de los amantes bellas palabras de amor pasional exacerbado y exagerado hasta el absurdo. Es por eso que cuando leí Romeo y Julieta no podía dejar de sentir que Shakespeare se estaba riendo de la estupidez de la pareja de jóvenes.

La concatenación de desafortunados errores que llevan a su muerte no se puede explicar más que pensando que ambos eran imbéciles y que el autor estaba tratando de resaltar lo estúpido de la situación. Que bellas palabras en bocas de estúpidos no son sino estupideces. Y que el amor ciego lleva a la catástrofe. Romeo y Julieta necesitan ser unos pardillos para que la obra funcione.

No se les ocurre tramar el plan juntos, no comprueban que los que se suponen muertos estén muertos de veras, se dejan llevar por impulsos para tomar decisiones irreversibles. ¿Y tú te piensas que eres más listo que Shakespeare y que él no se dio cuenta de estas cosas cuando lo escribió? ¿Que sólo quería retratar el amor puro apasionado de dos muchachos a los que el mundo pone entre la espada y la pared?

La propaganda anglosajona ha ayudado enormemente a la difusión y exaltación del Romeo y Julieta romántico, porque hoy, al igual en que el siglo XVII, es una obra que se vende muy bien entre damas y galanes en modo. Pero sólo un punto de vista irónico dota de contenido a una obra que de otro modo estaría vacía. Shakespeare no era idiota.

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