Oh los videojuegos. Probablemente la única arte genuinamente nueva que ha traído la revolución informática. Germen del juego de los abalorios. El potencial de serlo todo luchando contra la vacuidad de dejarlo todo en nada.

Sí. Hablo de los que han dado el salto. No hablo de pinturas rupestres, hablo de Rembrandt y Goya y Picasso y tantos otros. Siempre habrá quien enaltezca las noches a la luz de la lumbre pintando en la cueva, pero eso es protoarte. Yo hablo del arte que todavía está germinando.

Debo confesar que siempre he fantaseado con un videojuego absoluto. Un juego que tenga lo mejor de todos los juegos. Aventuras, deportes, estrategia, rol, … cualquier género lúdico al alcance de un jugador. Un émulo de la vida sin su endiablada curva de aprendizaje ni sus ejércitos de hackers de esquina. Quizás su sandbox. Quizás el fin de muchas cosas y el principio de otras.

La narrativa ya alcanzado cotas memorables y debe permanecer, pero no sé si en ese juego que me hierve en el seso tienen cabidas otros tantos géneros. Entiendo que un recién llegado y un forofo sólo están interesados en ciertos títulos en los que los reflejos priman sobre la cavilación. Pero para este viejo las carreras de coches, los shooters, el fútbol, las plataformas han caído en el saco de la monotonía. Un saco que sigue creciendo, a pesar de generosos lavados de cara. Lo poco gusta lo mucho aburre.

La aventura, el rol y la estrategia poseen el suficiente potencial como para seguir dándome sorpresas de vez en cuando. Es ahí donde el videojuego se convierte en arte. Cuando un autor puede expresar y llevarme a sentir algo. Es ahí donde merece la pena que los videojuegos hayan abandonado los salones recreativos, sus cavernas, para vivir en lienzos de épicas posibilidades.

Larga vida a los videojuegos buenos.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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