Joab
Poned a Seinfeld y sus compinches en lo más riesgoso del combate. Dejad que se ceben en él sus enemigos. Sí, lo sé, sus enemigos estarán a su espalda, más no confíes en el éxito seguro. Haced que sus más encarnizados adversarios se sitúen a su espalda y no le dejen retirarse. Es afilado de mente por lo que desconfiará de todos desde el primer momento.
Su mera existencia es perniciosa para nuestras huestes. Los hombres, no sólo los nuestros, podrían llegan a pensar que somos débiles como él lo es. Que tenemos dudas. Podrían llegar a engendrar la peregrina embaucación de que somos humanos.
Justo cuando más nos temen, él destroza nuestra imagen, hace que nos amen. Deja entrever un atisbo de inteligencia donde creíamos haberla confinado. Maldito sea el rayo que lleva su mensaje de estupidez por el mundo. ¿Quién vería amenazas en un ejército de Seinfelds?
Ellos, los de fuera, ven que dentro también hay disensión. Hay risa en la prototumba que proclamamos como nuestra. Ven que los valores son risibles. Idiotas.
Su celebración de la mezquindad es un insulto público flotando a los cuatro vientos. Y me temo lo peor. Su recuerdo alimentará a generaciones por venir a menos que lo prevengamos.
¿Qué viciada mente parió historias sin pie ni cabeza sobre la miseria humana? ¿Qué ejército puede combatir la mentalidad y triunfar? Convertimos 100.000 cabezas en estúpidas cada mes. Callamos un millón bocas por día. Y una sola hora de Seinfeld despierta del sueño de la sinrazón a legiones de anestesiados.
¿Veis el peligro? No dudéis en hacerle sufrir lo peor de la batalla. Puede que nuestras espadas se quiebren en lo más crucial o puede que cobardemente corra hacia el enemigo para ser recibido con los brazos abiertos. No os riais Joab y temedle cuan diablo cornudo de la chanza que es.