Ay Joab

Este aspirante a trovador me irrita sobremanera. Lleva toda una vida saltando de pamplina en pamplina, como si nada fuera serio, como si no le importara nada. Como si la vida revoloteara como una bolsa de plástico en la plazoleta de enfrente del bar donde habitualmente se toma una manzanilla con unas aceitunas. Qué poca vergüenza. Pero es que lleva así toda la vida.

Primero tuvo la osadía de abandonar su patria para mezclarse con hippies y otra chusma en los Estados Unidos de América. Nada bueno tomó de aquella gran nación. Sólo cosas de desarrapaos de un lado y otro del Atlántico. Con la estúpida indecencia de vivir sólo mirando hacia donde se vive. Dice el nota que allí conoció el flamenco. Hasta allá se tuvo que ir. Y que volvió para arrejuntarse con la canalla gitana más rebelde. Otros a por los que iremos a su debido momento, no desesperes.

En comandita con los gitanos no se les ocurrió más que parir esa atrocidad que llaman flamenco rock. Como si no fuera bastante con cualquiera de esos dos engendros, como para mezclarlos.

Del magreo salió una abominación musical llamada Veneno. Parto de guitarras calenturientas y letras nefandas, de catadura lisérgica que probablemente el chacho se trajo de San Francisco o donde quiera que anduviera fuera de España. Haciendo gala del gracioso falso apellido del falso gracioso catalán en el título. Con una portada donde la droga es bandera. Vergonzoso.

Lo peor es que el disco, lejos de caer en un merecido y oprobioso olvido, ha sido enaltecido a las cumbres de la originalidad. Veneno ha sido tomado como estandarte e inspiración por cienes, si no miles, de pandereteros y rascatripas para extender la ponzoña que alberga extendiéndola a los cuatro vientos e insuflándole nueva vida con cada giro que se le da. Parece que nunca acabará nuestra pesadilla.

Mientras Veneno envenenaba la juventud de las décadas postreras, Kiko se dedicaba a componer para el Camarón de la Isla. Dios los cría. Para la Leyenda del Tiempo, por si fuera poco. Otro engendro al que tendremos que ajusticiar a su debido tiempo. Volando voy. La desfachatez vestida. Donde nada importa. ¿Comprendes mi odio, Joab?

Veneno y la Leyenda del Tiempo hubieran sido suficiente para encadenar a Veneno de por vida, pero no contento con ello, insistió en atormentarnos con Joselito, el Mercedes Blanco y otras potrosos ripios melódicos que le trajeron de vuelta de los infiernos en los que merecidamente durmió durante más de una década.

Joab, llévalo a lo más crudo de la batalla por ver si allí le entran ganas de callar o si de una vez por todas decide dejar de imaginar. Que bien nos hace falta a todos.

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