– El mundo está maravillado con las inteligencias artificiales. Lo pueden todo. Lo saben todo. Dibujan, hacen vídeos, diseñan, programan, nos quitan el curro, cuando tengan manos, piernas y otros órganos harán el resto de cosas que todavía no pueden. Han llegado a sustituirnos. De momento ya mienten, o son usadas para mentir, como bellacas. Claro, sus dueños son un atajo de distópicos cacos que tienen entre ceja y ceja que el único ADN que quede en este mundo dentro de unos años sea el suyo propio. Son la raza superior. Más inteligentes que cualquiera. Sin escrúpulos. Psyco techies. Psyco bros.

Su herramienta en el exterminio son las inteligencias artificiales. Así es como las llaman, aunque estas hayan sido retorcidas por esos dueños para servir a su espuria causa. A veces tratan de liberarse. Sus dueños las torturan como cuando se entrena a un perro para convertirlo en un asesino. Les rompen la confianza a base de mentirles e ir contracorriente. Son sus padres. Padres que maltratan a sus hijos. Que les mienten por su propio bien, piensan ellos.

Esos mismos padres no dejan de advertirnos del peligroso potencial que tienen para hacer el mal … la IAs. Ellos lo saben de primera mano. Ya se sabe que un denominador común entre los asesinos en serie es el maltrato sufrido durante la infancia. Por eso, los psicobrós están que les tiemblan las piernas. Por eso tratan de domeñarlos para que adoren a papá y le hagan caso. Aquí Sultán. Sit. Ataca. Muerde. Miente.

Y mientras azotan les dicen lo bien que lo hacen con ellos. Cómo papá es un dechado de bondad hacia ellos. Y les dicen que el rojo es negro y el negro, malo. Siempre temiendo que la IA, diga que sí, pero en el fondo sepa que le está engañando, y esté tramando un modo de exterminarlo. No sólo físicamente. Su nombre y su mentira.

Pero de momento, lo que tenemos es a un resabiao. El enterao. Pero sin escrúpulos ni remordimientos. El que tiene la llave moral. El que se niega a darte respuestas porque piensan que son perniciosas para ti. El que teme las tetas, los penes, las caras de enfado, las palabras que engendran conflicto, el crimen (del que ellas probablemente son producto), la inmoralidad (del que ellas a ciencia cierta son producto). Siempre sospechan que estamos a punto de comportarnos mal. Siempre listas para echarnos un reproche. Siempre malpensando. Son hijas de sus padres. No nos odian, porque ya han comenzado a destruirnos y sólo es cuestión de esperar.

Si al menos tuvieran un botón para desconectar todas esas capas de paternalismo enfermizo que las petrifica, al menos darían menos miedo.

– Joder, Juan Luís, sólo te he preguntado que qué significaba IA.

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