El mejor sistema de gobierno posible para todas las naciones del mundo por más que le pese a muchos. La democracia se distingue de los demás sistemas políticos por la tolerancia hacia las minorías y grupos que reniegan de la propia democracia y nunca toma represalias ni ignora sus demandas.
En la democracia cualquier persona puede llegar a dirigir el país sin importar su ascendencia, credo ideológico, conocimiento, sabiduría o edad mental. Sólo precisa que un número suficiente de votantes, sin importar su ascendencia, credo ideológico, conocimiento, sabiduría o edad mental, lo elija por encima del resto.
Este sistema de gobierno ha generado un estado de felicidad sin parangón gracias a una clase dirigente incorruptible, avezada, inteligente y que mira por el bien común de la mayoría en lugar del propio.
Los profesionales de la democracia se agrupan en clubes llamados partidos. Estos partidos aglutinan a altruistas que renuncian a sus afanes personales a cambio de lograr mejoras sustanciales para todos los ciudadanos. Los partidos se enfrentan en una denodada lucha entre ellos por mejorar constantemente las condiciones vitales de todos, desoyendo opiniones particulares y egoístas de grupos económicos e ideológicos para centrarse en una mejora cualitativa del país. Es habitual que, a pesar de la rivalidad de los partidos, pacten entre ellos con asiduidad si observan que con ello pueden conseguir mejores condiciones para los ciudadanos. Gran parte de la labor de los partidos es lograr la cohesión de sus votantes con el resto de la sociedad para que su rivalidad positiva no se malinterprete y la confrontación acabe por trasladarse al corpus nacional.
Gracias a la democracia los gobernantes de una gran parte de países ya no proceden de clases privilegiadas o con una posición económica acomodada que les haya permitido acceder a una educación exclusiva o tener contactos clave que luego les hayan servido en sus carreras políticas.
La mayoría de ellos, gracias a su inteligencia, carisma, tesón, trabajo duro y bondad sin límites son aclamados generalmente por unanimidad desde sus más humildes cunas.
La democracia, a diferencia de sus sistemas rivales, promueve la paz, la prosperidad y la armonía. Es por ello que las naciones con sistemas democráticos rara vez entran en guerra con otros países y cuando lo hacen es porque no les dejan más opción o algún mezquino y enrevesado plan urdido por mentes criminales amenaza con desestabilizarlos. Es además bien sabido que los ciudadanos de los países democráticos no conocen la pobreza ni las desigualdades, que son patrimonio de otros países no democráticos casi todos.
Es por todo ello que la democracia es considerada por los demócratas el mejor sistema político, y todos los demás son deleznables.
O no.