Hay noticias que tienen la virtud de arrancar una sonrisa na más echarles un vistazo. Me encuentro con esta perla que publica La Vanguardia en la que se cuenta cómo un duo de pollos ha vandalizado la pintura que un artista desconocido como JonOne expone en un museo coreano. La gracia está en los detalles.

Resulta que la pareja de dos estaba visitando el museo cuando en una de las salas vieron un mural con unos botes de pintura al pie. Ni cortos ni perezosos pensaron que era una invitación a colaborar en la confección del lienzo y allí que se arremangaron para formar parte, desde ya mismo, de una pintura valorada en casi medio kilo de euros. Como se suele decir penseque y creique, hermanos de tonteque.

Los botes de pintura al pie del mural formaban parte de la obra. La obra misma se había confeccionado como un grafiti y se quería perpetuar el espíritu callejero del estilo con la adenda de los botes de pintura. No me digan que no es para mondarse.

Primero por la peregrina idea de dejar botes de pintura, con pintura, al alcance de cualquiera y sin un simple «no toquen los jonones». Una reproducción de los mismos (de los botes de pintura, no de los jonones) o simplemente dejarlos vacíos (los botes de pintura, no los jonones) hubiera causado el mismo efecto y hubiera evitado el disgusto de muchos (y las carcajadas de otros).

Segundo, y lo que me produce más hilaridad, es el hecho de que los dos Goyas en ciernes no observaron nada especial en el grafiti que ellos no pudieran hacer. Vieron el mural y pensaron, carajo, aquí cada uno ha puesto su manchurrón, dejemos que nuestro arte salga a relucir también — si hubieran sido españoles no hubiera faltado el clásico pene de tres trazos. Es en esos penes de tres trazos donde el arte español confunde los límites entre lo figurativo y lo abstracto y entre el carajo de museo y el urbano.

Dándole vueltas al tema me pregunto qué pensará el autor de la pintura. Tiene que ser un palo que confundan tu obra con un montón de pintarrajas de la más disoluta procedencia, a no ser que esa fuera su intención. Tal vez se autoconvenza de que ha conseguido plasmar cientos de voces populares y provocar una invitación al arte en espíritus alejados de la creación artística. Espero que no esté deprimido en su casa con las persianas bajadas y lloriqueando por su ineptitud como artista, a fin de cuentas, el cuadro está valorado en casi medio millón de euros, puro motor y motivación del arte y los artistas de subastas y valoraciones. Si saben leer inglés, échenle un ojo a la Wikipedia de JonOne y verán que encaja más en ese tipo de artista. Tanto que no me sorprenderían desenlaces más truculentos a esta historia. Su biografía no tiene desperdicio, especialmente las citas al final. Esclarecedoras. ¡Que gran pedante ha ganado el arte! Dos zanguangos no se tragaron el anzuelo, aunque sí lo hizo el resto de los que entienden de esto. Y probablemente todos vayan a salir ganando. JonOne pondrá precios más altos a sus cosas en su página Web y los que tengan jonones pensarán que ahora cuestan más que cuando los compraron y se ufanarán.

Fuera frivolidades y especulaciones estúpidas lo que sí se ve venir es que los dos mozos tendrán que apechugar con las consecuencias de sus acciones, a pesar de que todo parezca indicar que se trata de dos almas cándidas malinterpretando absolutamente todo.

Pero el mundo del arte (ay el mundo del arte) y sus artistas, especialmente desde Duchamp, son terreno fértil para la especulación intelectual y el desafío a las convenciones. Tal vez estos dos muchachos hubieran bebido de su fuente si la hubieran tenido delante. El mundo del arte y sus jonones también tendría que hacérselo mirar y apechugar con las consecuencias de su zambullida en la banalización de formas y fondos solo compensada por una desmedida mercantilización. Sí, lo sé, aquí es donde uno ya no puede parar de reír y se encana.

2 COMENTARIOS

  1. Aquí se juntan el hambre con las ganas de comer. La estupidez juvenil, impulsiva, con la más madura y establecida estupidez adulta de la gente de bien, de esos que se visten por lo pies. ¿A quién se le ocurre interpretar unos botes de pintura al pie de un cuadro como una invitación? A un joven optimista que piensa que el mundo es un entorno colaborativo en que todos quieren conocer su opinión. Un error que cualquier persona de orden sabe imperdonable. Ese mismo individuo, pilar de nuestra sociedad que funciona fetén, no sólo es capaz de distinguir esos errores, incluso siendo jóvenes, sino identificar aquello qué es arte y, por lo tanto, una producción simbólica clave para la sociedad. Tan importante, que está justificado dedicar recursos y, si hiciera falta, las vidas de otros, a su cuidado y mantenimiento en el tiempo. Ser capaz de tanta clarividencia tiene que ser recompensado. No es admisible, y debe ser castigado con el peso de la ley, que unos cualesquiera reduzcan el valor asignado a una obra designada como arte.
    Un cínico podría decir que la producción “artística” no es más que producción de cosas caras, y a veces hasta agradables a los sentidos, con la ambición de que devengan inmortales (los que tienes tales ambiciones sufren de pedantería pedorra). El artista y sus valedores saben que el tiempo, con su lija fina, y los caprichos de las generaciones futuras, menos sutiles y más aleatorios, marcan el devenir de la obra artística y ponen a cada uno en su sitio. Así que lo mejor es comenzar la andadura en buena posición y mantenerla el mayor tiempo posible, o al menos hasta la muerte del artista y los inversores. Para eso, lo mejor es un márquetin ofensivo que define la obra como Arte Eterno desde su concepción. Que lo sea o no, nadie lo sabe. Que se designe como arte y venga avalado por el buen criterio del mercado del arte, punto de encuentro de la gente de bien, deja la carga de prueba en los otros.
    Por mi parte, prefiero perdonar la estupidez juvenil. No me agradaría, ni me extrañaría, que JonOne convenciera al mercado del arte de que esta pifia incrementa el valor de su obra. Y con esto queda demostrado donde la estupidez es más espesa y eficaz.

    • No puedo sino estar de acuerdo con cada una de tus conclusiones y corroborando tu último párrafo, efectivamente JonOne está contento con la deformación de su obra. Mira el enlace. De todos modos, en muchas ocasiones, observando los consagrados del siglo XX, desconfío en eso de que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Aunque quizá es demasiado pronto para pasar el corte.

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