Todo los deportes del mundo tienen cabida en las Olimpiadas. Y como tal, todo lo malo que tiene el deporte profesional se da cita cada cuatro años al calor de abarrotados estadios (o gélidos resorts dignos de Papá Noel) para que las naciones del mundo, en un clima de armonía, se humillen las unas a las otras. Nada que objetar.

El concepto en el que se basa el circo olímpico no lo llego a cazar. Es un evento en el que se compite para demostrar que se es mejor que los demás. Que tu nación es más poderosa que las demás y que sus habitantes están hechos de una pasta mejor que la que tuya. Cada medalla que obtienen los ganadores incluye un metal precioso en aleación con un amalgamante y bastantes dosis de soberbia. Aunque tal vez, más prosaicamente, algunos chavales y chavalas a los que les encanta hacer eso que hacen y que hacen mejor que nadie, puedan ganarse la vida haciéndolo mientras demuestren que están entre los mejores del mundo. Nada malo en querer ganarse la vida así. Las naciones, empresas y aficionados nutrirán las arcas de los atletas con el fin de obtener prestigio internacional, mayores ventas o un subidón de adrenalina en su contemplación. Nada que objetar.

Pero como digo, no lo pillo. Las veces que he visto las Olimpiadas siempre me he puesto a divagar cómo alguien puede llegar a descubrir su pasión por dar volteretas, correr a toda leche o saltar una barra puesta en ca Dios. Está claro que los colegios y otras instituciones captan a los muchachos y muchachas con potencial y los ponen en contacto con las autoridades pertinentes para que lo desarrollen. Hacen la gracia una vez y como se les dé bien, van a tener a un brasas comiéndoles la olla día y noche para que no paren de correr más o saltar más o ser más fuertes. Si te va el rollo genial, si no, pues te tienes que quitar a los pesaos de encima a base de mala hostia o agarrar una depresión y mitigarla con una vida de excesos. Nada que objetar.

Y es que lo sigo sin pillar. Mientras se habla de valores fraternales sólo algunos países tienen posibilidades de organizarlas. Ya pueden llorar ciudades y continentes. Na de na. Olvídese usted si vive en El Cairo, Mombasa, Santiago de Chile o Nueva Delhi. No va a ver una Olimpiada en su país nunca. Está de enhorabuena si es de Omaha. Si su ayuntamiento se lo propone, tiene muchas posibilidades de llevarse el gato al agua. Más de enhorabuena aún si es usted de Londres, París o Los Ángeles que acaban una Olimpiada y ya están empezando a organizar la siguiente. Alguien podría pensar que hay gato encerrado en la selección de ciudades. No el menda. Yo estoy seguro de que el proceso de selección es ajeno a politiqueos y corrupciones. Así que nada que objetar.

No veo por donde agarrarlo, lo siento. Porque veo los países que ganan más veces y todos ellos son los que ponen más dinero. Así puedes maravillarte al ver a Suiza ganar en vela. El dinero permite obtener un mayor potencial en los deportistas e incluso obtener los mejores deportistas, por si te encuentras que no hay más leña que la que arde pero te sobra plata. Pero claro, a mi me da un poco en el hocico que hay cierto aire de inferioridad entre los que más medallas ganan. Parece que tienen que demostrar algo con sus victorias. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, que diría mi abuela. Al final, lo único que se consigue es que se les pille tirria y tener la absoluta sospecha de que hasta al tato va más enchufao que un makinero en la ruta del bacalao (lo sé, es una comparación de otros tiempos, pero uno ya no sabe poner símiles que no suenen demasiado artificiales). Nada que objetar al respecto.

En fin, que si usted está de visita en el Panteón Deslustrado y quiere ver la instalación sobre los Juegos Olímpicos diríjase a la Zona Caspa Galería B, con b de bostezo.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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