Debería agradecer a la organización de los Premios Nobel de la Paz su mera existencia y no criticarlos, ya que bastantes de sus premiados forman parte del Panteón. Galardonados, reconocidos y bien estimados por su labor en procesos de paz y en muchas ocasiones parte del problema también. Violentos reciclados en delicadas almas bondadosas.

Ya he hablado de uno insigne, Teodoro Roosevelt, mago de la amenaza, voraz bully internacional e ilustre Premio Nobel de la Paz. Pero hay más de un Presidente de los Estados Unidos en esta lista, porque, ¿qué sería del Premio Nobel sin los Estados Unidos? Nadie hace caso a unos premios justos, pero sí que lo hace a unos premio otorgados al Presidente de Estados Unidos. Porque, ante todo, los Premios Nobel de la Paz son un instrumento político y sólo hacen justicia en contadas ocasiones. Y no digo que sea un premio político como opinión. Es el Parlamento Noruego (sí, Noruego) el que elige un comité de cinco pavos que luego selecciona al ganador, así que es un premio de origen político.

Fundacionalmente, este galardón debía premiar a «la persona que ha hecho el mejor trabajo o la mayor cantidad de contribuciones para la fraternidad entre los países, la supresión o reducción de ejércitos, así como la participación y promoción de congresos de paz y derechos humanos en el año inmediatamente anterior». Con el paso del tiempo se han ido dando por cualquier causa que parezca medianamente benévola, esté o no relacionada con la paz. Medio Ambiente, lucha por la democracia, funcionarios de justicia internacional, militares, instituciones, … vamos, nada que ver con lo que el bueno de Alfredo dejó en el testamento.

No es que todos los que estén en la lista y no merecen el premio sean reprobables, pero no merecen el premio.

No más entrar en el el Panteón de los Nombres Deslustrados se ve una lápida con una medalla dorada en su parte más alta y una lista de nombres. Ahí es donde se encuentra el Premio Nobel de la Paz.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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