Aislamiento, confinamiento, indignación, miedo, enfado,… y cachondeo. No puede faltar el cachondeo. Sempiterna guasa española. Unida indefectiblemente en la vida y en la muerte. En los bares y en los tanatorios.

No hay más que acudir a un velatorio. Junto a personas profundamente destrozadas, padeciendo un dolor tremendo aledañas al féretro, uno puede escuchar un eco de risas, abrazos y chistes de familiares y amigos gozando del reencuentro. Lamentando la pérdida. Contando anécdotas del fallecido. Rememorando la última vez que se encontraron.

La carcajada española es más estentórea desde que las redes sociales existen. Como trasfondo del cabreo demagógico, el hostigamiento velado, el buenismo new wave, el hippismo milenial y otras virtudes desplegadas por los españoles en la unidireccionalidad cortés de los medios sociales, hay un eco de risa, de cachondeo. De escarnio a veces. De ocurrencia ingeniosa otras.

Me maravillo de la capacidad española de descojonarse ante cualquier situación, por muy terrible que sea. Recuerdo ocasiones de tremendo impacto social, como el asesinato de Miguel Ángel Blanco, en el que la risa quedó aparcada momentáneamente. Pero al poco pude escuchar chistes, todos ellos desafortunados y olvidados al instante. El humor negro. El lamentable humor negro. El que forma parte del agravio. El que define más al contador que lo contado.

En los tiempos anteriores a internet el chiste estaba más limitado. Tenía que ser transmitido uno a uno, o a través de los medios de comunicación, es decir, de unos pocos a la multitud. Tenías contadores de chistes y graciosos en casi todos los entornos, en la mayor parte de las ocasiones pesados e insoportables.

Los medios sociales han potenciado esta vertiente del humor. Se han convertido en el altavoz de los pesados, que ahora pueden enviarte chistes constantemente por mensajería. Antes los esquivabas en el pasillo de la oficina, ahora los tienes que borrar de tus contactos. Mientras tanto, sus chistes han alcanzado nuevas cotas de bajeza, previsibilidad y aburrimiento siguiendo la tendencia anterior a internet.

Al igual que sucedía antes tras el fallecimiento de un ser querido, aquellos que buscan recogimiento necesariamente tendrán que acometer un apagado tecnológico si quieren lograrlo. Mientras que internet ha elevado las capacidades de los brasas hasta cotas colosales, el medio sigue sin ser de utilidad ante los momentos de tristeza personal, aunque quizás sólo hasta que descubran cómo exprimir la vaca entre lágrimas.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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