Me pregunto con frecuencia cuando llegará el fin de Facebook. No que la empresa vaya a desaparecer, pero no tan atrás quedan gigantes, todavía moribundos, que parecían indefenestrables. Y pienso que Facebook va a ser una de ellas a menos que sepa reconvertirse.

Hasta ahora ha jugado a complacer a los gobiernos del mundo en general y de los USA en particular. Colaborando siempre y cuando no le toquen los dineros ni se interfiera en los planes del tío de la Casa Blanca, que como se intuye es el verdadero dueño y señor del castillo. Mientras tanto, a la sombra de las barras y estrellas, Facebook ha ido moldeando una base de usuarios activos mayormente disfuncional. Una pesadilla digital de pesaos sin fronteras. Sí, me dirás que depende de los círculos en los que te muevas, pero no. No me lo trago.

No hablo de que me molesten los trolls o los ignorantes más que los animalistas, los seguidores de corrientes pseudocientíficas new wave, los espiritualistas o los activistas de cualquier color. Después de años de bloquear y dejar de seguir, sigo sin ver la luz al final de túnel. No dejan de darme consejos, de tratar de abrirme los ojos, de convencerme de alinearme con ellos. ¿Dije tal vez en algún post algo como «suelta toda tu basura aquí»?

Ninguna de esas personas jamás compartió ninguna de esas inquietudes que muestran tan diarreicamente en Facebook. El anonimato les espolea y envalentona. Y de buenas a primeras, alguien que era superficialmente majo se convierte en un brasas. Si hubiera sido así en la vida real habría corrido espantado como quien huye del diablo. Pero ni inclinado a la cólera que es uno, por los buenos recuerdos simplemente dejo de seguirlo.

Si las huestes siguen en Facebook es porque sigue siendo la única manera de contactar con viejos conocidos víctimas del cambio de planes de las operadoras y el boom inmobiliario. El día que alguien descubra cómo librarte de los brasas, mantener los contactos y quitarte el sinfín de anuncios que Facebook te embute se les habrá acabado el chollo. Sí, sí, un Facebook Open Source. Supongo que cuando la capacidad de computación sea lo suficientemente asequible para ser mantenida, saldrá adelante.

Por otro lado los pesaos que pueblan Facebook estarán a sus anchas. Metiendo trolas y cizaña a ingenuos internautas que todavía no se habrán enterado de que la bola está al otro lado de la cancha.

Es un modelo de caída natural. Pero probablemente le caerán tortas a tutiplén en un momento u otro. No tiene sentido que se desarrollaran complejas leyes de control de los medios de comunicación para prevenir calumnias, injurias y otros delitos a los que la opinión pública tiende de vez en cuando, para que un grupo de grafiteros virtuales te emborrone la casa.

De momento les interesa a los competentes, pero una institución independiente con ganas de liarla parda podría reventar judicialmente Facebook (y sus pares) con poco ejercicio. Todos callan porque el tío Sam está detrás, y los matones siempre salen a defender a sus esbirros mientras le son de utilidad.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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