Se suele oír que la aceptación es una de las fases del desarrollo personal ante el trauma. Que hace falta aceptarse a uno mismo para poder lograr todo el potencial que encerramos. Enfrentarnos a lo que somos, mirarnos de frente y aceptarlo es un paso muy importante para encontrar nuestro lugar en el mundo, le decía yo a Adolfo un día en el que La Cerve andaba deperezándose todavía y el menda era el único al otro lado de la frontera.

Respondía el cervecero que sin embargo no había que confundirla con el conformismo. Que mientras la aceptación es una mejora en sí misma, el conformismo es una renuncia a mejorar. Con la aceptación asumimos que debemos entender una situación no deseada y enfrentarla del mejor modo posible. Con el conformismo damos por sentada nuestra impotencia y nos damos por derrotados. Todos ellos dudosos términos que abundan en el mundo de la auto-ayuda, coincidimos los dos.

Recordando esa mínima charla y viendo el enfrentamiento de las más de 40 millones de Españas se me empantana en el coco eso de la aceptación en España como país.

Me da que, ante todo, España no se acepta como lo que es. Cada uno quiere el país a su modo. Nada que objetar. Pero hay que ser realista. Querido español, nunca va a haber un país como el que usted tiene la mente. Porque van a seguir naciendo rojos y fascistas, mindundis y egomaníacos, mangantes y corazones de oro, zotes y genios. Tratar de que desparezca uno de los dos lados es imposible.

Y no me diga usted eso de que to er mundo e güeno. El buen rollo en España convive con las palizas de adolescentes puestos hasta las cejas, los bellos paisajes y los eriales degradados se dan la mano, los pueblecitos encantadores contrastan con la elefantiasis urbanita. El jamón de Jabugo tiene que existir con inefables paellas de los jueves.

Chacho, España es todo eso, entre otras cosas. Ser español no consiste en amar todo lo que tiene este país, bueno y malo, por encima de todas las cosas. Tampoco consiste en tratar de eliminar todo lo que no nos gusta personalmente, pero agrada a un buen número de prójimos. Ser español es haber nacido o sido criado en España, más un número menor de casos particulares y excepcionales. Simplemente eso. Cuando aceptemos que todos los nacidos aquí somos españoles podremos dar el siguiente paso. Mientras tanto sigan soñando.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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