En determinadas ocasiones, las circunstacias, el ambiente o la propia personalidad del individuo nos permiten ser testigos de cantes inolvidables. Son instantes que perduran en la memoria de los espectadores tras desencadenar sensaciones que escapan a la razón.

Hay grandes mitos que han elevado a la categoía de clásico casi cualquier tema que han tocado. Se mencionan sus palabras hasta la extenuación y de vez en cuando alguien intenta igualar sus logros, obviamente sin conseguirlo.

Existe una legión de fanáticos que siguen con atención los progresos de nuevas voces, siempre con la idea de descubrir un nuevo ídolo que les devuelva esas emociones que vivieron en voces de otros.

¿Es la clave del éxito el darlo todo al público? ¿Es tal vez olvidarse de temores, inseguridades e incapacidades para sobreponerse a ellas y arrastrar a las masas tras ellos? ¿O es quizás todo un producto bien calculado y una estrategia medida al milímetro para no dejar impasible a nadie?

De cualquier modo, la espontaneidad parece ser un elemento clave para su rotundo éxito. No tiene el mismo impacto un estribillo repensando y maniatado que una improvisación espeletiana.

El artista, sin embargo, sabe que siempre está siendo observado y juzgado. Que al igual que tiene legiones que secundarán su obra, hay un mar de opositores que atacarán, despreciarán y se mofarán de todas aquellas expresiones alejadas de la ortodoxia. Todo ello a pesar de que, en muchas ocasiones, son los propios escarnecidos los más fieles seguidores de distintas corrientes ortodoxas a la vez que los más fieros críticos con la heterodoxia.

En este terreno de sensibilidades extremas y prejucios a flor de piel, la raza, la cultura, el acervo y la expresión verbal son armas y escudos para todos los contedientes, sea en nombre del arte o del artificio.

Y otro día hablaré de música.

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Cosas de Viejo
De vocación sus labores, este viejo podría haber hecho algo de provecho si no hubiera sido él mismo. Podría haber sido el peor de los periodistas si no se lo hubiera propuesto. Podría haber sido un gran hombre de ciencia si la inteligencia, el talento, la tenacidad y una mente despierta le hubieran acompañado. Podría haber sido un artista si hubiera gozado de la impostura. Es por eso que es arduo poner notas biográficas de quien apenas ha vivido.

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